Como madre nos hermano y nos llevó
desde las entrañas al centro de su corazón
y en ofensa y sin razón hemos dado destrucción
su fauna va en extinción, la flora quizás un día
adorne nuestra tumba y quizás este es el momento
en que nuestros sentidos recobremos
al retornar a nuestra madre y depositar
sobre su dermis nuestros gélidos huesos.
Hoy la conciencia depredadora, nos pide más
y más a cada hora, la insatisfacción del pensamiento
nos gira el coco y nos convoca a tomar nuestro
verde tesoro y cambiarlo por concreto,
que de suerte tendremos si alguna vez lo repoblamos
en vez de convertir en desierto los que aún son
territorios bellos, con extensos follajes que alimentan
el espíritu y sus faunas de aves y fieras a raudales…