Y después de tanto tiempo…
aprendí que lo que yo no haga por mí,
nadie lo hará…
Que no debo desgastarme por lo que hice
o dejé de hacer, mejor es avanzar con paso
firme a la tierra floreciente.
Aprendí… que es mejor vivir
bajo el amparo del Todopoderoso,
que, con su amor, arropa.
Aunque la senda sea dura,
su poder hace sortear las adversidades,
muy oportuna es su asistencia.
Y es que, con sus legiones de ángeles,
presto siempre socorre…
¡La gloria sea por siempre a ti, Señor!