Espadas de carne
para un crimen perfecto,
espérame en forma de desafío
oculta entre los reflejos
de ángeles caídos.
La huella quebrada del fuego
contra una luna escasa
que dona célibes prodigios
al aristocrático índice nocturno,
para ensayar las corazonadas
que la música pone en cualquier cabello
de tu sonrisa.
Hay un nacer equívoco
en cada brevedad
de nuestra piel,
como una mirada vacía
que invita a ser máscara
de futuros inquilinos.
Imantar quiero las burbujas rituales
de tu dulce niña,
Humo de canela en la garganta.