Sentí los años,
posarse en mis espaldas,
y desperté.
Fueron sus garras,
clavándose en el alma,
las que lo hicieron.
Y regresé,
del sueño y de la infancia,
en el invierno.
Me estremeció
la bruma y las tinieblas
que me cubrían.
¿Dónde quedaron
la luz y las sonrisas
de tantos días?
¿En dónde están
los besos y caricias
de aquellas fechas?
La soledad
ansía compañía
en su vejez.
Miro a los niños
que juegan, disfrutando,
con sus amigos.
Y yo te busco,
en sueños y utiopías,
mi mariposa.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/06/21