Tanto es sutil su insinuación a un beso,
rubor tan lleno de decencia virgen,
que mueve a más conquista mi embeleso
y el trato decente a tal amor me exigen.
Rara sensación que estando solos
siento que los cielos la vigilan,
me exijo restricción con dolo
a caricias de pasión en fila.
Y un beso simple en su inocencia brinda,
y vuelve al recato su hermosura,
y yo a mis ansias pongo brida.
Y sigo maniatándome las ganas,
por desprecio a todas las paganas
y mi alma me dice: con ella el cielo ¡abrazas! Fin
Lic. Isaias González Arroyo