En el borde de tus pupilas comienza un mundo configurado por pasajes desconocidos.
Mundo repleto de complejos enredos, encadenado por las llamas que sellan al corazón.
Mi cuerpo está aquí; pero mi alma, más allá de ese contorno infernal.
Invades al tiempo, lo detienes, diriges su destino así como también el mío.
Quisiera sentarme en el borde de tus pupilas y balancearme sin temor al precipicio,
Recorrer los pasillos de tu vasto mundo hasta llegar al crepitar de los latidos.
Despojare está carne si es necesario, para adentrarme al camino de mi perdición.
Perdición que reconozco, ocurre cuando salvajemente, sacudes al tiempo una y otra vez.
R.ama