En el triste y fúnebre cementerio de mis ilusiones,
donde yacen muy despiertos los sueños del pasado
se pierden los recuerdos de antiguos y truncados amores.
Bajo un inmenso mar negro de esperanzas muertas,
Duermen plácidamente las alegrías y las tristezas
que un esplendoroso día me hicieron sentir vivo,
mientras que amargas lágrimas se mezclan en él,
con la sangre de viejas y dolorosas heridas no cerradas.
Junto a ellas, cientos de frías lápidas abandonadas,
son el mudo testimonio de seres que pasaron por mi vida
y de alguna forma la cambiaron. Ahora al mirar hacia atrás
la nostalgia muy persistente me invade de nuevo,
pero esta vez, no dejo que me venza.
De nada sirve arrepentirse, está prohibido lamentarse
de lo que no hicimos o dijimos,
cuando estás en el ocaso de la existencia
ya no hay segundas oportunidades.
El tiempo es a veces un malévolo y cruel,
implacable, un camino sin retorno.
Pero ahora cuando mi vida llega a su triste final
pienso que quizás no lo hice tan mal.
Cierro los ojos cansados y me dejo llevar
por el destino, no tengo miedo,
sé que me estás esperando
y ese anhelo se lleva mi último suspiro….