No llores más por mí, cuando yo haya muerto,
de lo que dure el eco de la triste campana
que hará saber a todos como hui de este vil
mundo, para habitar con los viles gusanos.
Que así sea y si lees un verso, no recuerdes
que mano escribió; porque te quiero tanto,
que prefiero que el dulce pensamiento me olvide,
si es que el pensar en mí te causará tristeza.
Y digo más, si un día tus ojos ven mis versos
cuando ya esté, tal vez, mezclado con el barro,
no intentes pronunciar nunca mi humilde nombre
y deja que tu amor docto, al observar tu llanto,
ría de tí en mi nombre cuando yo me haya ido.
WILLIAM SHAKESPEARE