Freddy Kalvo

El bosque claroscuro

 

En el bosque claroscuro

se escuchó el rugir de fieras…

aquella noche brumosa,

aquella noche en tinieblas.

Y el rugir, era temible,

por los montes y praderas,

donde se anunciaba siempre

el olor a calavera,

con los huesos retorcidos

reflejando su pavesa.

 

En el bosque nada es fácil

con toda su enredadera.

Los bejucos y serpientes,

en aquella noche espesa,

se confunden en lo oscuro

y se arrastran por laderas,

donde todo pie descalzo

puede ser la fácil presa,

de las víboras malignas

que la sangre le envenenan.

 

Pero aquel lugar oscuro

donde no habían estelas,

poco a poco fue cambiando

con zompopos y hormigueras,

que muy bien organizados

en el bosque y en la tierra,

atacaron decididos

a las bestias y culebras,

que cayeron doblegadas

acabándose sus fiestas,

que gozaban, disfrutaban,

de una forma tan siniestra.

 

Y aquel bosque florecido

con luciérnagas tan bellas,

fueron luz que iluminaron

los caminos con pedreras

para caminar seguro

sin temores las veredas,

simulando aquellos surcos

las hormigas zompoperas;

y al unísono cantando

bajo aquel manto de estrellas,

muy seguras de sí mismas:

¡Vivan las luchas obreras!