Un cadáver
que jamás tuvo
el privilegio de estar vivo.
Un héroe
que no requirió
la muerte para existir.
Un demonio
que no precisó
un ángel para nacer.
De nombre innombrable
concepción inconcebible
rasgos irreconocibles.
Paradójica congruencia
lugar común que habita
infraestructuras y sistemas.
Tan real soy
que ni la oscuridad
me alcanza a ver.
Enemigo sin contrincante
que haciendo nada, gana
mas perdiendo, todo lo tiene.
No me conozco
tú sí. Por eso
te diré quién soy.
Nací cuando la tranquilidad
mesurada celda del caos
no tardó en desampararme.
Morí sin ser olvidado
porque en vida
nadie supo quién fui.
Indigno de sentir placeres
asoleé ventanas
que decidí no romper.
Merecedoras
de reconfortantes
heridas lingüísticas.
Heridas que mordieron
mi inexistente lazo
con la travestida naturaleza.
Mis manos entumecidas
escondieron lo que
ningún aplauso hizo realidad.
Adhiriendo mil razones
para que mi corazón
ya no quiera vivir.
Despegando mil pasiones
para que mi cerebro
ya no quiera… existir.