Si llegara el silencio, amor,
desmantela las tarjetas,
y saca el champán altivo
de las estanterías polvorientas;
sabremos dedicarnos tiempo
a nosotros,
en lugar de a nuestros nietos más
queridos. Si finalmente llega,
que no sean las arañas del desconsuelo
las que ataquen desde las azoteas,
que se compliquen los bancos
buscándonos por los aleros.
Deja todo en bancarrota, amor,
que para eso hemos vivido, y pagado
las hipotecas-.
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