Marco a fuego mi destino
en corteza de ciprés,
sangra resina y con vino,
si la bebo, caeré.
Ya bebí vino y resina,
ya tomé de la poción,
que al final me contamina
de miedo y resignación.
Por hondos surcos camina
la sangre de mi canción.
Cauces de vino y resina,
alforzas de bandoneón.
Esta vida traicionera,
prisionera del querer,
me dice con tez grosera
que ya nada puedo hacer.
Una forma muy ramera
de empezar a perecer,
aprender de mil maneras
lo que no quiero saber.
Por hondos surcos camina
la sangre de mi canción.
Cauces de vino y resina,
alforzas de bandoneón.