Rafael Escobar

\"INSTANTES QUE MARCHARON\"

 

 

Tendida sobre el prado

sus labios murmuraban

con su timbre armonioso

intangibles palabras,

sus ojos cristalinos

de color esmeralda

sensuales y traviesos

vertían sus miradas

con mágicos fulgores

de vírgenes paganas 

que invitan al derroche

de la candente llama

que portan los deseos

cuando con furia atacan.

 

Sus mórbidas caderas

en forma de guitarras

despacio se movían

lo mismo que una palma

que ondula con el viento

con esa gran prestancia

que tienen las gaviotas

cuándo baten sus alas

que fueron por Natura

de belleza dotadas

con ese raro encanto

que penetra en el alma

lo mismo que la nota

que del violín emana.

 

Sus manos muy sedosas

mi rostro acariciaban

así como acaricia 

la brisa en la mañana

con suavidad sublime

del pétalo de dalia

que terso y colorido

con su perfume embriaga

haciendo que viajemos

al mundo de las hadas

en  donde siempre se oyen

del dulce amor sonatas

envueltas en las nubes

de regias filigranas

de aquella piel moruna

que lentamente atrapa

pues tiene del delirio

su luz tornasolada.

 

Y fueron tantas noches

bordadas de esperanzas

que tuve entre mis brazos

su figura lozana

mirando en su sonrisa

la luz más limpia y clara

con lumbre de ternura

febril y apasionada

cuando sus labios rojos

sus mieles me brindaban

con la dulce ambrosía

del néctar de manzana

que hacía que mis venas

de fuego se llenaran.

 

El tiempo fue pasando

con implacable marcha

y todas las promesas

volaron en bandadas

igual que las palomas

que por el cielo viajan

en busca de otros nidos

que puedan abrigarlas

con el arrullo tierno

que reconforta el alma

pues dentro de mi pecho

amor ya no anidaba

y se sentía sola

en medio de la nada

lo mismo que una rosa

que azota la borrasca

con sus pétalos rotos

cargados de nostalgia.

 

Autor: Aníbal Rodrígez.