Es difícil mesurar la cantidad de la materia
que llenó unas manos, ahora vacías,
Y el volumen derramado de aquello
que se escurrió entre esos dedos, ahora inmóviles
Dejando solo el recuerdo de su tacto efímero
cuando cada cosa se transforma en su contraria
De alegres sinfonías de risas, a tristes requiem de lágrimas
De la suave caricia de una mano cercana
al áspero golpe de la lejanía impuesta
Del rotundo rayo de sol
al tenue resplandor de la luna
De la más sombría de las tinieblas
a la luz fulgurante de un día de junio
Del miedo que amordaza las entrañas
a la valentía que libera toda tribulación
Del sordo vacío que engendra el hastío
al sonoro clamor de la ilusión naciente
Cada elemento inherente a la existencia
orbita en la espiral sin principio ni fin
Bondades y maldades
Alegrías y tristezas
Claridades y sombras
Temor y coraje
Ruido y calma
Risa y llanto
No hay nada absolutamente bueno o malo
Las leyes del equilibrio rigen cada universo como el yin y el yang
Y las manos vacías vuelven a llenarse
Y esos dedos inertes, de nuevo cobran vida