Un abrigo raído llevaba por vestido
y un discurso de silencio por palabras.
La mirada: ausente, trémula y apagada
Y allí vuelta a la esquina bebía sus lágrimas.
Apenas conoció el amor. No tiene nada,
solo un trozo de pan entre sus manos
Porque un maldito infierno la acorrala
ganar un lugar en el cielo aspira un día
para estar con la madre tan amada.
Convocatoria ajena a los ángeles rendidos
que entre la brisa apenas pueden mover sus alas.
Un corazón mendigo que se arrastra en el tiempo
con la lluvia y el viento, cual hoja de una rama.