Podría morirme ahora.
¿Cuánto tardaríais en olvidarme?
La vida seguiría su curso
tarde o temprano,
y los niños seguirían jugando.
Solo yo dejaría de estar
ebrio en alguna parte
de un licor que me cae del cielo
y del que aspiro a bocanadas
el flujo mágico
que hace correr mi sangre
arrasando vastedades...
Qué va a ser entonces
de este eterno instante
que sacude los pliegues
de mi tan absurda realidad.