Aquel ser se durmió en la azotea
esperando que la idea
de morir entre en razón.
Pero la muerte no visita la ralea
y dejará que muera
igual que un escorpión
que envía su lanzeta
a su propio corazón
solo si es bueno y certero.
Cuando el fuego lo rodea
y ya no existe salvación
más que su propio veneno.
Es su última misión.
Y hay que matar la maleza.
Que quiere acabar con lo que Dios.
Nos dió.