mariocaba

Mi Querido pueblo Challuabamba

Mi Querido pueblo Challuabamba

Mi tierra ya no es la misma, ya se acaba de Cuenca su alacena,

Su generoso valle que a manos llenas sus frutos, repartía,

Su casto cuerpo, con engañifas, en mil pedazos cercenado,

En sus prados, colinas y valles invade el cemento, y la arena;

mi tierra agoniza por las heridas que recibe día a día;

va desangrándose su cuerpo, alevosamente desfigurado.

 

Del Plateado*, su cascada de agua que rumorosa bajaba,

bañando los pequeños alisos de Apangora, su verde umbría

donde los niños, en noches de Luna quemábamos achupallas;

de Apangora, su quebrada serpenteando los sauces bañaba

arrullando, a su paso, a la enhiesta roca que tranquila dormía;

en el valle, proliferan, muros, cercos, portones y murallas.

 

Calusarín, tus viejos nogales testigos de tiempos de gloria,

que, ya por designio o por fortuito azar poblaron tu fértil suelo,

el hacha embustera les pidió su mango, y generosos le diste,

Y de un solo tajo cegaron vuestras vidas y su bella historia;

Pero ahora hay nuevas gentes, y cada uno con diferente anhelo,

mas el mundo no para, el progreso lo cambia todo cuanto existe.

 

Ho! mi Nulti, recuerdo, que en tu chorro lavé de mis pies el lodo,

Cuando yo aún era un niño, a tu escuela fui a cursar el cuarto grado;

yo bebí las cristalinas aguas que de tu subsuelo salía.

Tu Jalshi balcón del cielo, su piedra del amor lo sana todo.

Y Doña Alicia Lucero para hornear el pan ha madrugado. 

Tus cantores y tus músicos les cantan a la Virgen María

 

¡Oh mi valle de Challuabamba, precioso paraíso terrenal

Tu río de aguas cristalinas donde se reflejan tus encantos

Mágico manto tejido con estambres de malvas y amapolas,

Ser o no ser, tu dilema, al ver cortado tu cuerpo virginal;

Y, vas entrando aceleradamente en la senda de los quebrantos.

Mustia, cercenada, víctima del consumismo, muriendo a solas.

 

Tus vigías, el Molle, y el Plateado, salvarte ya no pueden,

la fuerza de la Retro con indómito furor tu vientre embiste.

 sin piedad tus costados, abre, “en aras del progreso despiadado”,

Sin embargo, los hijos de tus hijos y los otros que aquí queden

Lucharán por tu historia y por la paz que en tu día tú  conociste.

Que Dios te cuide tierra mía, yo, ya no estaré más a tu lado.

*Cerro el Plateado

Mario Cabrera Aguilar.