“A veces te volvés exigente, esperando magia en mis propuestas, Pero alguna absurda respuesta te vuelve a decepcionar. Dame, sencillamente, lo que más te guste (…) y nada más”. Sencillamente.- Bersuit Vergarabat.-
Luego de un silencio tan largo
Que hasta se me olvidó
Que estábamos hablando,
Te quejaste de los discos que suenan
Iguales de principio a fin.
Yo pensé en las monotonías;
En cómo estos días
-Tuyos, / míos, / separados-
Se suceden sin que algo les confronte,
Sin un instante que haga tope
Y les subvierta hasta darles sentido.
Te quejaste de la música repetitiva
Como quien sutilmente lamenta
El transcurrir del tiempo
Sin que nada lleve a algo diferente,
Al después que abre la puerta
Para ir a jugar.
Luego añoraste sobresaltos,
Cosas que llamaran tu atención,
Curiosidades coincidentes.
Yo pensé en el silencio que veníamos
Sosteniendo / (Dejándonos caer);
En cómo había llegado a él,
Resultado inevitable de la suma
De todos mis gestos por sorprenderte,
El agotamiento de mi chispa,
Ese apagarme y verte de pronto
-Desdeñoso caníbal-
Devorando hasta los huesos
De los juegos que te proponía.
Sí, ese silencio fue el producto
De asumirte infértil para símbolos nuevos,
Para experiencias nuevas.
Mejor sería desplegarme
-En otra conversación, en otra cama-
Donde alguien continuase el verso trunco
De mi encantamiento,
Aunque alguien fuera yo mismo,
Desde un espejo onanista
O un fecundo, cálido cadáver.
Entonces callé
Y pasó casi sin pasar el tiempo,
Y -aunque me entretuve
(Sin tenernos / nos entretuvimos)-
También se hizo en mí
El óxido de la monotonía.
Hasta que apareciste para quejarte
De la música, como si lamentaras
El discurrir del tiempo sin mis sobresaltos.
Como si esa fuera tu forma de admitir
Que me extrañabas.
Eso rompió la monotonía.
Sí, no hay tino en pedirte
Nuevo trucos, perro manco,
No es nuevo saber que soy yo
Quien abre la puerta para que podamos jugar.
La novedad es darme cuenta
Que tu pedido es mi mejor llave.