Miraba el cielo.
Contaba las estrellas.
Así soñaba.
Era un poeta.
Un niño soñador
en plena infancia.
Pero los sueños
marcaban su presente
y el día a día.
Pasaron años
de eternas primaveras.
Llegó el otoño.
Y las estrellas
seguían en los cielos
aunque temblando.
Abajo un hombre
miraba los suspiros
que ellas dejaban.
Pero el invierno
llegó con barba blanca
y días cortos.
¡Qué poco queda!,
decía nuestro niño,
a las estrellas.
Y mientras tanto
el hombre y el poeta
sigue soñando.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/21