Los domingos por la tarde,
suelo morir un poco,
escarbando en las entrañas
de mis viejas soledades.
Y miro por las ventanas
y parece no haber nadie,
solo el viento que silva
caminando por las calles.
Suelo morir un poco
los domingos por la tarde
cuando los viejos fantasmas
golpean a mi puerta,
enajenados si no les abres,
pero ellos tienen secretos,
de la memoria
guardan las llaves.
Suelo morir un poco
los domingos por la tarde
cuando un recuerdo se hace presente
y de nostalgias hace aquelarre
y en un rincón de la fibra,
la vieja herida se hace sangre.
Suelo morir un poco
los domingos por la tarde
envuelto en telarañas
que cubren mis pensamientos
y un nombre se hace olvido
y una piel, un sentimiento.
Suelo morir un poco
los domingos por la tarde
cuando las sombras se proyectan
y el otoño hace alarde
de grises y hojas secas
de recuerdos que nadie sabe.
Suelo morir un poco
los domingos por la tarde
cuando recuerdo que te extraño
y que nunca dejé de amarte.
-. PaR
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19102021