Pablo R.

SOLILOQUIOS DE DOMINGO

 

Los domingos por la tarde,

suelo morir un poco,

escarbando en las entrañas

de mis viejas soledades.

Y miro por las ventanas

y parece no haber nadie,

solo el viento que silva

caminando por las calles.

 

Suelo morir un poco

los domingos por la tarde

cuando los viejos fantasmas

golpean a mi puerta,

enajenados si no les abres,

pero ellos tienen secretos,

de la memoria

guardan las llaves.

 

Suelo morir un poco

los domingos por la tarde

cuando un recuerdo se hace presente

y de nostalgias hace aquelarre

y en un rincón de la fibra,

la vieja herida se hace sangre.

 

Suelo morir un poco

los domingos por la tarde

envuelto en telarañas

que cubren mis pensamientos

y un nombre se hace olvido

y una piel, un sentimiento.

 

Suelo morir un poco

los domingos por la tarde

cuando las sombras se proyectan

y el otoño hace alarde

de grises y hojas secas

de recuerdos que nadie sabe.

 

Suelo morir un poco

los domingos por la tarde

cuando recuerdo que te extraño

y que nunca dejé de amarte.

 

 

-. PaR
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19102021