15 años, ¿quién lo diría?
Demasiado para ser niño,
no tanto para ser hombre.
15 años, ¿cómo iba a imaginar
que ese otoño sería distinto,
tan distinto? Año 2003.
La tarde era un velo ocre.
El liceo, triste preludio
de futuro sin porvenir.
Hasta que vi tu micro amarilla,
rompiendo mi zona de confort,
salvándome de la rutina.
Una mirada, un saludo,
merienda y reposo del alma.
Amor del bueno, maduro e imberbe.
55 años, belleza tus canas.
¿Qué hace un universo como tú
en un planeta como este?
—Paradero, por favor.
—¿Y si no quiero?
—¡Por favor!
—¡Ja, ja, ja, ja, ja, já! Ok. Hoy por ti,
mañana por mí.
Temblor, tentación. Risas, adiós.
Mis padres se opusieron,
cual falacia maniquea.
¡Mas qué duro para un menor,
que, solo en su habitación,
pregunte al corazón: ¿Qué es esto...
que los hombres... llaman... amor?!