Si el amor es un contrato
nada te impide jugar un rato
entre la ley y el antojo,
entre tu risa y mi enojo.
Entre mi cláusula y tu boca.
Ponga atención y tome nota
por si reivindico este derecho:
\"tenga cuidado, voy a su asecho\".
Porque hay cosas que no prescriben
como el amor de quien suscribe
cuando ha quedado en bancarrota
tras adeudarte su alma rota.