Y suelo pensarte en las madrugadas,
Cuando las arboledas duermen,
Cuando el silencio sofoca bruscamente el sonido,
Solo entonces, con el día muerto, con el sentimiento palpable de haber escuchado susurradas las últimas palabras del sol en el horizonte,
Solo entonces me atrevo a pensarte
Y que cosas tan terribles, que cosas tan terribles dice de ti mi pensamiento.
Porque yo jamás incurro en el sufrido trabajo de pensarte,
Es un pensamiento caprichoso, rebelde,
Que atenta en contra mía, que grita, rasguña, gruñe y hiere,
Un pensamiento maldito, solitario, hace tanto excluido del resto de pensamientos,
Yo no puedo más que soñozar en silencio,
Mientras espero que calle, que calle el muy maldito.