La niña de mis ojos, la amada flor azul
la misteriosa ciencia que acierta al corazón;
un tono de penumbra de amarga desazón;
un frío cristalino quebrando un triste tul.
Agudo filamento, madera de abedul;
inmenso cuerpo al viento, fatídico aguijón.
Redoma envenenada, poción de curación;
y guardo los recuerdos muy dentro de un baúl.
No sé que más decirte, ni sé explicarme bien;
soy la figura esclava al fondo de un Belén
gotita pesarosa que fluye en el canal.
No sé si has entendido lo que quería decir;
tal vez haya mentido, tal vez lo has de omitir.
Lo cierto es que has llegado al versículo final.
Iraultza Askerria
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