Torreón que embelleces tus alrededores,
que pierdes tus ojos en el abismo,
en un tiovivo de resplandores,
y de luceros, que rotan así mismo.
Hogar del farero que te cuida,
luna de rayos estelares,
vigilante de playas y rocas fundidas,
noctámbulo que brilla en los mares.
Eres la brújula de los marineros:
¡Aquí está la tierra! Señalas, sin parar,
a los navegantes que surcan el mar,
a los errantes y bellos veleros.
¡No os perdáis en esta ceguera,
seguid a vuestro ansiado lugar,
que algún puerto os espera,
con muchas algarabías al anclar ¡
Vigía en las cimas acantiladas,
de grandes tormentas, y aguas serenas,
testigo de los amaneceres de blancas hadas.
de las almas perdidas, y sin penas.
José Antonio Artés