Marchó veloz con paso huidizo,
cada salto un brioso leve brinco
huellas livianas que dejar no quiso
salvando espinas y púas con ahinco.
No eran sus apuros costumbre
por silvestres y fatigantes marañas
y menos ausente la lunática lumbre,
imperio vegetal de rediles arañas.
El laberíntico negruzco camino
cruz de los pastizales montaraces
fatal marcaba su ya electo destino,
sin miedos ni protectores disfraces.
Ella lo encontró columpiando después
-baqueana de ricos recuerdos su amada-
violáceo tajo ya seco,sangrante adánica nuez…
y una carta barroca de pistas que no dicen nada.
¿Cobarde o valiente al extraño un joven suicida?
interrogantes que buscan tantos clanes ansiosos,
sentencias frívolas en el mero andar de la Vida,
prisión o libertad de todos los seres necrosos…