No hablemos hoy del amor hacia las personas, ni del dolor que se siente al perderlas. No hablemos de la falta de propósito, ni de la posibilidad de poder escoger entre dos caminos. Mejor hablemos de las verdaderas penas, del verdadero dolor que se siente al venir solo a este mundo, de caminar por las calles oscuras y llenas de violadores y asesinos. Hablemos de los niños, que no pudieron escoger, que no han podido llorar por el dolor que causa el amor, sino por el dolor que causa el abuso. Se me eriza la piel tan solo al pensar que estás sufriendo pequeño, porque no existe una condena para quien te abandonó en esas calles tan vacías de humanidad y tan llenas de desgracia. Qué vamos a saber nosotros de tristeza, que sentados comodamente y con el café sobre la mesa, dejamos caer algunas lágrimas ...cuando tus ojos ya no brillan, y tú piel se desvanece.