Piedad, poeta, tenga piedad de mi.
La congoja se adueña de mis noches y no me deja dormir.
El desvelo reina en mis madrugadas susurrandome al oído,
con cruel carcajada se ríe de mí.
Dice que mi amor por él es imposible,
que este amor incomprensible está prohibido.
Dicen que sus olas tienen dueña
Y que sube su marea para intentar besarla.
Pero por mucho que lo intenta
y de tanto intentar, lo sorprende la mañana.
Solo tenga piedad de este sentimiento.
Escriba con tinta de mis venas
y pídale al viento que entre su vaivén, se lleve mis penas.
Que le cuente a él, de este amor que me quema...
...mientras el sigue intentando besar a la luna llena