Llueve en los
parques vacíos
como en remotos
patios olvidados.
Llueve del otro lado
y el agua persistente
construye la confusa
metáfora de esta tarde.
Nadie en la plaza,
nadie en el vasto
zaguán de las calles;
nadie sino
la ilusoria esperanza
de recuperar,
al menos,
las borrosas imágenes
de mis innumerables naufragios.