Nacerá nuestro hijo como un fruto
fecundado de amor, dolor y entrega
como un fruto de vida y esperanza
de lo más amoroso de tu tierra.
De esa tierra regada con mi sangre
y quemada por tanto sufrimiento,
de Castilla divina -que hecha carne-
se entregó al labrador, como en un sueño.
Meses, años, preparando el lecho
en que tú y yo fundimos nuestras auras
una abrazo inmortal, un santuario
mas allá de los cielos y la tierra.
Cuatro años desde que aquel febrero
Carnaval se vistió su mejor traje,
me salvó del alcohol y el desespero
y te trajo en sus brazos esa tarde
en que yo renací de mis cenizas
escuchando tu voz acariciarme,
en que volví a ser de nuevo un hombre nuevo,
en que tu amor acudía a mi rescate
Nacerá nuestro hijo y ese hijo
largamente esperado, esposa mía
será el fruto que estamos madurando
tras un siglo de penas y desdichas,
un camino de luz hacia el futuro
una estrella polar en nuestras vidas
una puerta hacia la vida eterna
un horizonte donde la luna brilla,
donde la noche ya nunca será noche;
un paraíso de amor y de ternura.