Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
“México, creo en tí,
Como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
Y sin embargo, ríes demasiado”
Ricardo López Méndez
7 de febrero de 1903, Izamal
28 de diciembre de 1989, Cuernavaca
Padecimos, víctimas de nuestro desencuentro
Desvalorando nuestra Esencia Divina
Ante la seducción de promesas imposibles
Extraviamos nuestra realidad presente
Vencidos por el sortilegio del engaño
Adormecedor de los sentidos
Caímos, hincados, endiosando a esa Bestia
Disfrazada en rostro de sexagenario dulce
Con ensangrentada entraña, psicópata asesina
¡Y se sintió inmortalmente infalible!
Sin percatarse de la Espada Divina
Que el blandió el Hijo del Hombre
Venciendo en su propio miedo,
Al comedor de hombre
Ese bebedor de sangre humana
De los Consagrados a Gran Luz
Lo han postrado ante la Justicia Universal
De donde nada escapa, nadie huye
Imponiéndose las cadenas carcelarias
A esa Bestia babeante que se humilla
Adolorida porque se duele de su desencuentro
Al encontrarnos con el Cordero de Dios
Que amanece en el Despertar de la Conciencia
En la Revolución equidistante del Espíritu