JUSTO ALDÚ

SOY VENDEDOR

 

Vendo cerdas para cepillos,
círculos para llenar espacios, 
puentes para cruzar ríos de esperanza, 
idiomas para entender al amor. 

Se me permiten las primicias
y los besos para llenar tus angustias,
son gentiles y sofocan tus fuegos
con manantiales de ternura.

Sé que las cualidades interpretativas 
a veces se bifurcan, 
por eso vendo caminos para llegar al alma. 


Hay que descentralizar el dolor por eso vendo corazones inmunizados.

Muchas personas
no compran mis
productos, están demasiado ocupados tejiendo sinsabores. 
Benefactores de la deambulacion por  las calles del sufrimiento.

Pregunto y contestan:
- ¿Quieres una taza de       café? 
- ¿Puedo pedir un té? 
- claro... ¡Mozo! Sirva usted dos limonadas. 

Vienen y van,
se compenetran
Y todo es nada
y nada es todo.

Tengo prisa,
pero mi sentido del humor me obliga a revisar
el mundo
y congeló mis requerimientos,
congelo mis artículos.

Es inútil tomar la vida con actitud exasperante,
si luego todo se vuelve glamoroso.
¿Qué sentido tiene? 
Por eso vendo risas. 
Vulgares, sin educación ni cultura, pero espontáneas, sin tecnología barata
ni celulares. 
Estas son tan caras como el verdadero amor.

Vendo los designios inescrutables del destino, aunque no haya dinero
en el mundo que pueda comprarlos. 

Escucho ruidos enajenantes...
¡Dinero! ¡Dinero! 
Y de pronto:
¡Me han robado! 
Por eso vendo sosiego y humildad. 
Guardaré cada día que pase
y me beberé la tarde al caer la noche. 

El cuerpo empieza a protestar:
- Allá... El final inesperado
- Acá... La repudia incesante

Ya vamos a llegar

- gime con amargura-


Sólo comprame el sudor de una vida
y la honestidad de los pocos. 
Pero no tengo para vender el tiempo
y dislocar la muerte. 

JUSTO ALDÚ 
Panameño 
Derechos Reservados