Puedo decirte te quiero
sin quererte mi amorcito
y al camino más sincero
te lo digo y lo repito:
Yo por ti soy prisionero
en la rima que sacudo,
de mi patria soy escudo
y en tu cuerpo limosnero.
Y danzar al palabreo
no lo niego por dehesa:
Eres tú mi gran princesa
que más quiero y más deseo
y llegando el apogeo
me refiero a tus lecciones
que me adhieren mis acciones
que sepulto y no las creo.
Puedo decirte que te amo
y no porque yo lo sienta;
ya lo eres dulce sirvienta
y galesa de este tramo.
¡Oh palabra, dulce establo
que viniste con la gloria,
nos trajiste la victoria
que sepulta mi vocablo!
¡Oh Dios, padre poderoso
haz que mi alma goce más!
Con necropsia y contrapás,
con afasias y preceptos,
con insulsas y dialectos,
con gardenias y con musas
y con dos simples difusas
he votado mi intelecto
para entender el concepto
que me roban las intrusas.
Puedo decirte te olvido
aunque puedan las selacias;
aunque digan las circasias,
y lo niegue restringido.
Te daré gnosis y nexos,
y te entrego entre mis plexos
muy fogoso y decidido.
Las focas son los berciales
que yo anhelo y las defiendo
y ante todos los penales
no les creo ni le entiendo.
Puedo decirte un recuerdo
y no es amar un adepto,
no es decir soy predilecto
para pensar que te pierdo.
Y defiendo los momentos
que te quiero y no te niego,
pues a mis males te entrego
sin tocar los sentimientos.
Eres mi aurora en retablo
que yo remito y no añoro,
eres tú lo que yo adoro
aunque pierda mi vocablo:
Eres Dios; mundo y tesoro
y, tesoro de lo que hablo....
Samuel Dixon [23/10/2021]