Se escapa
de la párvula
escuela del querer,
una lágrima dulce
que moja mis cadenas
y besa las mejillas de un ayer
con todo el corazón
de un libro abierto
...
A orillas
del camino,
recuerdo haber bebido
la savia de un lenguaje infinito,
“las citas de Galeano”
calmaban los suspiros
y un abrazo llenaba
todos nuestros vacíos
...
No sé si han descolgado
la piel de los alambres,
aquellas que olvidamos
manchadas de quimeras,
no sé si los gorriones
robaron las banderas
utópicas y libres,
que anulan las fronteras
...
Se han teñido de herrumbre
los silencios guardados
de tantas primaveras
y echo en falta las nubes
en el azul del cielo,
la lluvia con su manto...
mojando madrugadas
y empapando los llantos
...
Recuerdo el agua,
deslizando lentamente
su mirada entre las piedras
y aquellos eucaliptos
que llegan hasta el sol
y huele…
huele a barro mojado
de mi tierra del sur
...
Madre tierra del sur…
nunca quise despedirme,
porque nunca me he ido.
Liberarce
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