Recobremos la confianza
en los tiempos que vivimos
con lo tanto que sufrimos
a riesgo, pesar y ultranza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Amargura que susurras,
en las noches, no concurras;
y a la vida, no recurras,
ni con tiempo, ni tardanza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Tristeza que se penetra
con su maquinada treta
que dolor siempre perpetra
como punta de una lanza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Dolores que te acongojan
porque el ánimo despojan
y en tu corazón se alojan
con sentido de venganza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Angustias que desesperan
que te acechan, que te esperan;
y que como espiga operan,
sin ninguna venturanza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Recuerdos buenos o malos
con sus propios intervalos
que golpean como palos
sin medida, sin varianza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Pesares que tanto pesan
que la vida tanto estresan
cuando tu alma siempre apresan
y te roban la bonanza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Dudas que estancan tus pasos
que provocan tus fracasos
y te llegan sin retrasos
atrofiando tu confianza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
Proyecciones inconclusas
con ideas tan difusas
que se vuelven tan intrusas
provocando desconfianza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!
¡Solo triunfa quien avanza,
con espíritu valiente!
Va pujante, va de frente
y sus metas siempre alcanza.
¡Nunca pierdas la esperanza,
vive con mucha templanza!