El cura de Solsona
se ha enamorao
de una niña muy mona
que le ha engañao;
que entiende de escritura
sobre el fornicio
y va enseñando al cura
sobre ese vicio.
Y hoy son los dos
que en el retablo
ponen su vela a Dios
y la otra al diablo.
El Obispo y la nena
ya son felices,
dejan fieles con pena,
con cicatrices.
Dice un refrán* muy culto
que la jodienda,
cuando asedia a un adulto,
no tiene enmienda.
Y es que nadie responde
cuando ahí aprieta,
y hay un dios que se esconde
tras la bragueta.
©donaciano bueno
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