Raúl Carreras

Vi tercetos..., encadenados.

Vi tres versos cautivos del pasado
ligados para siempre con su rima
esperando al siguiente encadenado.

Vi otros tres que llegaban a la cima
de la estrofa que fluye en armonía
sobre el himno que al vate legitima.

Vi tu rima rimando con la mía
y me vi devanándome los sesos
por hacer del poema la ambrosía.

Y los vi en las galeras en que presos
en busca de ser libres del terceto
urdieron los pretextos más aviesos.

Serventesio decide que este reto
termine como Dante su comedia,
lejano del infierno en que el secreto
libera al paraíso de tragedia.