Soñé que tu boca, besaba la mía,
con esa dulzura que sabe embriagar;
y Dios, bondadoso, de luz te vestía,
con una sonrisa de brillo estelar.
Detrás de las nubes, un canto se oía,
con voces celestes y ritmos si par;
en cuyos acordes sentí que venía
romántica entrega, que te hace vibrar.
¡Entonces la luna, coqueta y radiante
suspira en el cielo, con ansia febril;
dejando en tus ojos su gran resplandor!
¡Y llena mi rostro su estela brillante,
con esa diadema de magia sutil
que tienen los sueños, los sueños de amor!
Autor: Aníbal Rodríguez.