Era un grito callado el que tenía
dentro del corazón, sin atenderlo,
era un quiero y no puedo responderlo
que mostraba algo más que cobardía.
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Era un cálido frío el que sentía,
un… tal vez, muy difícil de entenderlo,
un pequeño gigante ( sin saberlo)
creciendo en mi memoria, día a día.
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Pero como una flor en primavera,
noté como mis pétalos cerrados
se abrían al calor de lo sensible.
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Hoy sigo siendo el mismo que ayer era,
pero con mis recelos liberados,
haciendo más visible lo invisible.
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Tal parece imposible,
más esta es la razón por la que escribo,
tras cada sentimiento hay un motivo.
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Fotografía y poema ;Ramón Bonachí.