De la muerte me aterra ese silencio
profundo, donde no escuchare tu voz,
ni del perro su aullar y sus ladridos
mucho menos el canto de los pájaros.
Aunque sé que estaré bien inconsciente
porque estoy muerto y los muertos no sienten,
todo será silencio eterno y puro
y por lo tanto yo no tengo apuro.
Entre el vaivén del viento me encontraran
en la gruta interior de mi camino,
permaneceré allí entre los difuntos
en la seca hojarasca del verano.
Hugo Blair M.
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