Quizás porque en mi interior
va tu recuerdo escondido
y como el ave a su nido
vuelve volando hacia ti,
siento tu amor rebullir
de las cenizas del mío.
Tu me enseñaste a volar,
a bailar por los caminos
con maria, coca y vinos
cantando al amanecer,
riendo hasta enloquecer,
nadando en lagos y ríos.
Follamos a plena luz
como leones en celo
y echando más leña al fuego
nos abrasamos los dos,
nos consumió la pasión
como teas del averno;
fruto de aquel desenfreno,
el hijo que no nació
se interpuso entre los dos
como una cuña de fuego.
Miro hacia atrás y te veo
como un barquito velero
que secuestró la corriente
que poco a poco se pierde
entre la niebla y el cielo,
como un reflejo apagado
de un sol rojizo y cansado
que va buscando el poniente
¡Que le voy a hacer si yo
Siempre te tuve presente¡