Tenía su promesa
acorde de oración, con llama viva
de fe tan convincente y positiva;
tan límpida, tan clara,
tan llena de pasión y de ternura;
que fue la partitura
que hacía que soñara;
¡que nunca de quererme se cansara!
¡Tenía su promesa
el timbre angelical que nos apresa!
Un día de repente
su voz y sus palabras se esfumaron;
y vi que cual gaviotas emigraron
buscando nuevo techo;
y aquel hermoso sueño que tejimos
donde el cielo vivimos;
dejando sin razón el suave lecho,
quedaría deshecho
un día derepente;
¡nublando la ilusión que fue ferviente!
Autor: Aníbal Rodríguez.