La muerte no es natural y sin embargo yo ya he muerto dos veces: la primera vez murió mi corazón, la segunda murió mi cordura; ahora que la tierra reclama las cenizas, moriré una tercera vez, y esta vez eternamente.
No será ni camino ni abono; su cuerpo estéril quema el suelo. No habrá ni palabra ni recuerdo que atisbe una parte de su alma. Condenada es ella para que ronde en el mar de fuego.
Nadie pensará en aquel mal que alguna vez existió y que ahora se pudre entre sábanas de ritual. Y el mundo girará una vez más y nadie se inmutará.