Hijo, ya ni mis lágrimas son mías
Las esparzo por el espacio que deja el dolor
Siento que se siembran en surcos de ausencia
Y en otros cielos, recaudan su color
En mis ojos rojos, ya no hay lágrimas
Porque las consumió el oculto llanto
O el contenido dolor que genera la ausencia
Y provoca, gemidos y quebrantos
O tal vez la impotencia de verte lejos
Al saber que te quiero tanto
Y que otras estrellas, pueblan tu cielo
Sin poder compartir su efusivo encanto
A veces la esperanza, me abre sus brazos
Y miro el acortamiento de los espacios
Quizás sean, ilusiones, del débil quebranto
Que se confabulan por quererte tanto
Hijo, no eres el principio, ni eres el fin
Otros te antecedieron, otros te siguieron
Pero ninguno será mi COTUPIN
Porque hasta el sobrenombre te pusieron
Para remarcar que sigues siendo un Fin