Siempre es el corazón la génesis de las lágrimas,
que entristecen nuestras almas y perturban la razón.
Cuando el amor nos desarma
o se pierde una ilusión;
cuando es muy fuerte el dolor
y la pena nos domina,
salados los manantiales
fluyen sin pedir perdón.
Con una antigua canción, que reta a los recuerdos,
con alegres emociones, romances y situaciones,
que en la tele se presentan,
a veces, sin darnos cuenta, soltamos los lagrimones.
En múltiples ocasiones, la vista se nos empaña,
el rostro todo se baña, y perdemos los colores.
Hagamos como las flores, que cargadas de rocío,
al sol enfrentan con brío, bien temprano en la mañana,
y dispersan con el viento sus fragancias en la sabana.