AVE DEL PARAÍSO.
Ocurrió en el cementerio,
el gran Metropolitano,
el más hermoso misterio
de una flor y una mano.
Fue un día de tantos días,
que el viejo tata Ramón,
llegó con sus poesías
debajo del corazón.
Venía a ver a su amada
al nicho donde descansa,
con una tierna mirada,
colgado de una esperanza.
Con una flor en su mano,
un llanto y una oración,
le vieron al buen anciano,
mi viejo tata Ramón.
Una flor, ave del paraíso,
traía consigo el tata,
para ese amor que le hizo
más suave su caminata.
Y es que un amor así
jamás se olvida en la tierra:
la amaba con frenesí,
el viejo de amor y guerra.
Le vino a entregar la flor
del hondo significado
a quien aromó el color
de tanto sueño a su lado.
Quería abrazarse a ella,
vivir con ella en el cielo:
ser de su noche estrella,
su ángel del alto vuelo.
¡Mi viejo rompía en llanto
por tantos años sin ella!:
aquel amor era santo,
camino pisado y huella.
Por ese amor tan bendito
el mismo cielo te llama,
y lleva hacia el infinito
a quien de tal forma ama.
Y él, con amor y angustia,
le fue a entregar una flor.
La flor de hoy está mustia,
mas no marchitó su amor.
Y fue como, en unos días,
se pudo cumplir su anhelo:
el viejo tata dormía:
se fue por su amor al cielo.
A mis últimos abuelos.