Ana Maria Delgado

DANZA DE LA SOLEDAD EN LA ALBORADA

Te inquiere la imponente soledad,

sigilosamente te vigila,

insaciablemente te exhorta a su servicio,

para envilecerte,

para fusionarse contigo y contaminarte;

ávida de sorber tu esencia,

tus ilusiones,

el fluido que te mantiene con vida.

 

Con pasión desbordada,

con irracional y lujurioso deseo

apremia tu presencia,

en su mundo burdo y contrahecho

en el hueco putrefacto donde habita.

 

Y  tú,

sujeto recio,

gobernado por la lógica

y la cognición mas envidiable,

en algunos instantes, desfalleces,

la indecisión agrieta el piso

donde tus pies se instalan,

y sientes caer…

 

En el momento en que sientes

un gran vacío hormigueando

en tu estómago,

recobras fuerzas,

rompes ataduras,

sales al mundo, airoso, libre

te vuelves sujeto pleno de tu destino.

 

POR: ANA MARIA DELGADO P.