Danzan las ramas
por culpa de la brisa
y del nordeste.
Baile sin nombre
que estira sus siluetas
ante mis ojos.
Siempre me asombra
el dulce movimiento
de estas figuras.
Danzan las olas
que mueve la resaca
junto a la playa.
Es otro baile
y el yodo y el salitre
van de la mano.
Un manto blanco
estira su ternura
hasta la arena.
Bailan las sombras
que llegan a las almas
con tantas dudas.
Son las preguntas
carentes de respuestas
a tantas cosas.
Pero este baile,
sombrío y silencioso,
debo bailar.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/07/21