A veces solo te miro e imagino,
Con tus dulces labios adheridos a los míos,
Y no llego a comprender acaso,
Con que naturaleza extraña,
Tu beso encaja perfecto en el mío.
Repaso las palmas de tus manos,
Suaves, tibias y de piel muy clara,
Y con los ojos cerrados sólo percibo,
Que la medida de ellas en las mías,
No necesita de cálculos ni matemáticas,
Solo unidas una a la otra,
Para andar juntos por esta vida.
Veo tus ojos oscuros, y silenciosamente cómplices de los míos,
Y no puedo contener enamorarme más de ellos,
Porque tu mirada se perpetúa,
En lo más íntimo de mis sueños.
Siento cada latido de tu pecho hondo y muy hermoso,
Cuando te abrazo y mi corazón,
Escucha del tuyo un tierno secreto,
Y el mío se desborda como océano sin tierra firme,
Al saber de sus palabras,
Lo mucho que tú me amas,
En cada uno de tus latidos tan perfectos.
Eres como el riachuelo de agua dulce,
Que llega apacible a las orillas de mi playa vasta,
Y con trémulo susurro de agua virgen,
Se funde lentamente en nuestra arena… la tuya que es mía;
No hay olas rompiendo contra corriente,
Solo un abrazo fraterno y muy límpido,
Que encaja perfecto entre el mar y el horizonte,
Como lo hacen tus caricias,
Que sobre mi piel se han adherido.
Eres la talla perfecta de un poema sobre blanco lino,
Y también como plegaria albergada en mi camino,
Eres como silencio perfecto en noche de luna llena,
Y como beso de enamorada que jamás se ha sentido,
Eres… la palabra que aún no se ha dicho,
Y que solo envuelve un amor puro y prístino,
Eres… la talla perfecta, de lo que soy,
Más también… de todo lo que he sido.